- Cabello
Como un rito de iniciación, cortar, dejar crecer, cambiar de color, transformar... marca un punto de inflexión entre un pasado con el que queremos romper y un futuro que queremos escribir.

Publicado porMarta Monleón
Publicado porRocío Aguilera
Publicado porCristina Molina
Periodista especializada en moda, actualidad, belleza y lifestyle
Creado:Actualizado:
Decía Coco Chanel que "una mujer que se corta el pelo está a punto de cambiar su vida".Hablamos con cuatro mujeres que comparten esta misma opinión, tras comprobar que un gesto tan simple como someterse a un cambio de look les llevó a replantearse sus convicciones, marcando un punto de inflexión en sus vidas. "Esto es algo que yo he podido constatar después de años transformando el estilo de muchas mujeres", nos cuenta Ángela Navarro, asesora de imagen y muy implicada en ayudar a las pacientes que atraviesan un proceso oncológico. "Un cambio radical de imagen suele ser un reflejo de una necesidad más profunda, algo interno, del querer dar visibilidad a otras facetas de nosotras mismas. Muchas personas vienen a la peluquería sin tener muy claro cómo quieren cambiar, pero sabiendo que lo necesitan: 'Estoy aburrida de verme siempre igual', 'quiero llevar algo más atrevido' o 'no sé qué me pasa, que no me encuentro', son algunas de las frases que más he escuchado a lo largo de mi trayectoria profesional", asegura Navarro.
Ya lo decía Sansón
"El cabello es, desde un punto de vista antropológico, un elemento corporal muy poderoso, y en la mujer, si bien es algo que ha ido cambiando, el pelo largo, suelto o recogido, se ha asociado a feminidad en prácticamente todas las culturas", nos explica Laura Palomares, psicóloga y directora de Avance Psicólogos. "Cualquier manera de cuidarnos y sentirnos mejor connuestro físico es importante, y no tiene por qué ser algo superficial, si no se convierte en algo obsesivo", continúa. "El corte de pelo tiene, en ocasiones, mucho que ver con cómo nos sentimos y muchas veces está detrás de cambios importantes o de la necesidad de llevarlos a cabo".
La directora del salón de peluquería, Diana Daureo, afirma que "las rupturas sentimentales o los cambios en el trabajo son las principales razones por las que mis clientes me cuentan que deciden modificar su cabello de una forma más radical". Pero hay personas que van un paso más allá, que incluso lo hacen con la intención de autocastigarse cuando atraviesan por un proceso traumático. "Hay quienes se hacen un corte feo o poco favorecedor para desplazar el dolor de su vida hacia el de su imagen. Es otra forma de infligirse sufrimiento o de manifestar una pena o emoción negativa, de forma simbólica", señala Palomares. "Cuando esto ocurre, es posible que un sentimiento de rabia o ira no se esté gestionando adecuadamente y por ello se dirija hacia uno mismo".
Cambiar de peinado es una buena forma de reafirmarse o de demostrar algo a los demás, pero es importante que antes lo hagamos para nosotras mismas. También el hecho de cuidar el físico y vernos bien es un acto de autocuidado que favorece la autoestima, sin embargo, es importante que no se convierta en algo obsesivo. "Son muchas las presiones, también sociales, que en ocasiones no advertimos y que pueden llegar a coaccionarnos", puntualiza la psicóloga de Avance Psicólogos.

Greta, 29 años, interiorista.
"Le dije al peluquero: 'Libérame y dale un buen tijeretazo"
"Para resumir: yo siempre fui una niña con mucho pelo, muy largo y muy rizado. Mi madre estaba desesperada porque no sabía cómo manejarlo. Por alguna extraña razón la gente pensaba que el rizo está asociado a un cabello poco cuidado y desaliñado, y mi madre no era una excepción a esa regla. Así que desde que empecé a ir a la guardería, con 4 o 5 años, ella siempre estaba cepillándome el pelo, casi de forma obsesiva. Después, en mi adolescencia, recuerdo que todo el ritual alrededor de mi cabello seguía siendo extremadamente pesado y doloroso: siempre estaba muy enredado; lavarlo no era precisamente placentero, tenía que utilizar media botella de champú y dedicarle muchísimo tiempo al secado. Todo esto me provocaba mucho malestar,incluso había días en los que cogía las tijeras de la cocina y me cortaba el pelo, como una acción impulsiva para hacer desaparecer mis rizos.
Con 27 años descubrí el alisado brasileño, un tratamiento que me pareció un calvario (estuve más de seis horas mientras me planchaban el pelo), eso sí, salí con la melena más bonita del mundo: flexible, sedosa, ondulada, muy Jessica Rabbit. El resultado duró varios años, hasta el pasado noviembre, que fue cuando la niña que aún hay en mí llamó corriendo a la peluquería. Le dije a mi peluquero: "¡Estoy harta! Libérame y dame un buen tijeretazo". Creo que el hecho de haber podido deshacerme de 35 a 40 cm de pelo en un día me ha dado fuerzas para no tener que volver a aguantar y aprender a decir no".

Olivia, 33 años, música.
"Para muchos hombres, una mujer con el pelo corto sigue siendo una amenaza"
"Todo comenzó el año que cumplí los 30. Empezaba a hacer ejercicio, había eliminado el azúcar de mi dieta, estaba enamorada y, en definitiva, no necesitaba nada más. Ni siquiera mi pelo. Le dije a mi novio (ahora mi ex) que estaba lista, él cogió su maquinilla y, diez minutos después, tenía la cabeza rapada. Fue como si viera mi rostro por primera vez, y todo el espacio que tenía para sonreír, hasta las orejas. Echando la vista atrás, creo que con ello también había una intención de empezar de nuevo y decir adiós a proyectos pasados. Unos días antes, había perdido la relación con mi mejor amiga y compañera de juergas, y de algún modo necesitaba expresar esa ruptura con un signo físico externo. Otra de las razones fue mi profesión: me dedico a la música, y estaba cansada de que me vieran como una chica 'mona', así que lo asumí como algo simbólico en un mundo dominado por hombres heterosexuales. En diez minutos, pasé de ser 'una monada' a 'una malota'. Aunque ahora estoy dejándomelo crecer, este gesto me ayudó a entender que no hay ni una sola persona que me pueda hacer dudar de mí misma. Para muchos hombres, una mujer con el pelo corto sigue siendo una amenaza, mientras que si tiene el pelo largo entienden que puedes encariñarte de ella. ¿Y si tiene un moño? (dice mientras ríe). Una mujer con un recogido es simplemente alguien que tiene dos opciones: atarse el pelo o no hacerlo".

Marina, 37 años, operadora de cámara.
"El rubio decolorado me permite expresar quién soy, soy una chica divertida, un poco caprichosa y desordenada".
"Llevo toda la vida, tiñéndome el pelo, porque mi castaño natural siempre me pareció muy aburrido. Durante años estuve variando entre varias tonalidades de rojo, hasta que en febrero del año pasado me apeteció hacerme algo un poco más atrevido, más original, y el rosa melocotón me parecía un color muy bonito. Pero para conseguirlo, había que pasar por un proceso de decoloración, y a Jesús, mi peluquero, le daba miedo que esto no favoreciera a mi tez pálida. Aun así, quise probarlo. Y cuando vimos el resultado, un rubio muy puro, fresco y con un efecto como bañado por el sol, nos dijimos: 'Oye, funciona muy bien'". "Aun así, después de dudarlo mucho, terminé decantándome por el melocotón, pero no duró demasiado. Y tres semanas después me había convertido oficialmente en rubia. Rubia decolorada.
En mi trabajo siempre me han considerado una chica muy clásica, dicen que porque soy educada, tengo un rostro con unas facciones bastante comunes y una mirada muy transparente. Pero esto siempre me ha parecido una estupidez. ¿Acaso el físico determina cómo es una persona? Creo que eso solo pasa en las películas. De lo que sí estoy segura es de que, al fin, he encontrado mi color. Este rubio platino me permite expresar quién soy realmente, porque me siento identificada con él. Alguien divertida, un poco caprichosa, desordenada y fantasiosa".

Gema, 45 años, cocinera.
"Nunca pensé que el hecho de raparme llamaría tanto la atención de los demás"
"Al principio, no quería contar mi experien- cia en este artículo porque pensaba que hablar sobre mi pelo era algo banal. Pero es cierto que, desde que me rapé hace cinco meses, todo el mundo me habla de ello. Y todos los días. Hay quienes me felicitan y me dicen que tomé la decisión correcta. Algunos incluso 'validan' lo que hice. Otros en cambio, me preguntan si he estado enferma o si me he convertido al budismo. E incluso los hay que se permiten el lujo de tocar mi cabeza sin preguntarme. Es muy extraño, ¿no? También tengo amigos que me dicen que soy valiente. Pero yo pienso: ¿por qué? No he hecho nada extraordinario como operar a un recién nacido, solo me he cortado el pelo. Un acto egoísta, asumido y bastante sencillo. Por eso me pareció interesante poder cuestionarme en voz alta, a través de tus preguntas, sobre este 'no-evento' que ha hecho reaccionar a tanta gente. Y debo confesar que nunca pensé que me gustaría tanto hacerlo. Me pregunto ahora si, al tomar la decisión, no querría de una forma inconsciente reafirmar que una mujer puede hacer con su pelo lo que quiera. Creo que el fondo de la cuestión es ese: ¿por qué este dictado del pelo largo cuando eres mujer? Mi vecino, un niño pequeño, tiene el pelo corto. Esto es algo que nadie encuentra extraño, ¿no? Por eso me gustaría que la publicación de este reportaje sirviera para eliminar estereotipos. Espero que, en veinte años, todo haya cambiado".